También es muy conocido el segmento dedicado al
reconocimiento del iris como mecanismo de identificación y autenticación. Son
varias las empresas y organismos académicos que tratan de lograr desarrollos
que puedan ayudar a gestionar esos procesos de identificación en escenarios
como aeropuertos.
Ojo -y nunca mejor dicho-, porque no hay que confundir el
reconocimiento del iris con otras tecnologías de este tipo como los escáneres
de retina o la biometría basada en las venas oculares. En el caso del
reconocimiento de retina se utilizan cámaras con una ligera iluminación
infrarroja que permite obtener todos los detalles del iris.
Los algoritmos de reconocimiento del iris pueden identificar
más de 200 puntos característicos de esta parte de nuestro ojo, y los expertos
creen que es una de las partes más fiables de nuestro puerto para realizar una
identificación biométrica. Aunque es muy difícil demostrar que cada iris es
único -como ocurre con las huellas dactilares- las probabilidades de falsos
positivos es muy baja.
Sin embargo, eso no impide que los sistemas comerciales no
puedan ser también superados con fotos de alta calidad del iris en lugar del
ojo real, y al igual que las huellas dactilares es complicado demostrar --a no
ser que haya una segunda persona que lo verifique, por ejemplo- que lo que se
está mostrando es una imagen y no un ojo real.
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